Cultura

HELEN ESCOBEDO, ARTISTA QUE ENAMORA

  • En el 90 aniversario de su nacimiento, es recordada por su obra pública monumental y sus instalaciones en las que abordó temas como el medio ambiente y la migración

Ciudad de México, 28 julio 2024.- El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerda este 28 de julio a la prolífica artista y gestora cultural Helen Escobedo (Ciudad de México, 1934-2010) en el 90 aniversario de su nacimiento, colaboradora en iniciativas como el Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria, creadora de obras públicas monumentales, como Puertas del viento para el proyecto Ruta de la Amistad y de instalaciones en las que abordó temas como el medio ambiente y la migración.

“Es una artista que enamora, porque no se quedó en el estudio, lo cual puede llegar a ser una práctica solitaria, sino que salió de muchas formas para ocupar el espacio público con obra monumental geométrica abstracta y, eventualmente, con instalaciones en las que abordó temas muy vigentes, como las cuestiones medioambientales, en particular sobre las especies marinas y sobre la migración en todo el mundo”

Así lo señaló Lucía Sanromán, directora del Laboratorio Arte Alameda (LAA) y cocuradora de la exposición retrospectiva Helen Escobedo: Ambientes totales, la cual se presentó entre julio y octubre de 2023 en ese recinto del Inbal, y a partir de este 31 de julio estará en el Museo Amparo de Puebla, recinto que resguarda la pieza El bicivocho.

Además, fue una artista que creó institucionalidad para el Inbal, como directora del Museo Nacional de Arte (Munal) y del Museo de Arte Moderno (MAM), y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue la única mujer que participó en la creación del Espacio Escultórico de Ciudad Universitaria con la obra Cóatl, además de haber sido jefa del Departamento de Artes Plásticas de Difusión Cultural.

Nacida en la Ciudad de México, Helen Escobedo inició su educación artística en el Mexico City College, donde tomó clases con el escultor mexicano Germán Cueto y, posteriormente, en el Royal College of Art de Londres, donde entró en contacto con artistas como Ossip Zadkine y Henry Moore.

Artista prolífica e incansable, a lo largo de su carrera experimentó con técnicas y materiales, así como lenguajes, recordó Sanromán: “Cuando planteamos la exposición Ambientes totales tomamos la decisión de ir de atrás hacia adelante para entender su práctica artística y explicarnos por qué su obra se siente tan vigente, a pesar de su condición efímera, es decir, que no tenía la intencionalidad de ser un monumento permanente.

“Ella hizo escultura figurativa y también participó en estos proyectos de obra pública monumental. Luego vinieron los años donde empezó a incluir el axis de lo temporal, con instalaciones que abordan temas socioculturales: los mercados informales y también hizo una crítica sobre cómo se estaba estructurando el campo artístico”.

Apuntó que fue entre la década de 1970 y 1980 cuando la creadora empezó a transformar sus prácticas: “Trabaja desde el collage, donde hay una burla sobre las esculturas públicas generadas a solicitud del gobierno y una crítica sobre quién recibía esas comisiones, porque el movimiento estudiantil de 1968 implicó un desencanto hacia la forma en que ese sistema apoyaba a los artistas que se mantuvieron en cierta posición, algo de lo que ella habla en sus textos, donde también resalta lo agotador que implicaba entrar a los concursos, algunos de los cuales no ganó, porque se los asignaron a un hombre”.

A partir de entonces, asume una posición respecto de lo que puede ser el arte público, el cual concibe desde lo efímero. En este sentido, la obra Escobedo, en el contexto actual —en el que ser humano convive con lo virtual y las pantallas—, exige la presencia del público: “Su obra nos ofrece otra forma de acercarnos a la vida, porque implica una experiencia con el espacio físico, en ese segundo en que la gente está cruzándola con su cuerpo. Esto era importante para Helen, porque hizo, por ejemplo, piezas con materiales de desecho (como La muerte de la ciudad o Negro basura, negro mañana) que incomodan, pero es en ese momento cuando se activa la estructura estética”.

Si bien parte de su obra invita a una reflexión crítica e irónica, Sanromán resaltó que Escobedo también realizó piezas que estremecen y llaman a la empatía: “En particular, tuvo gran empatía por la experiencia de los migrantes. Como se sabe, México era un país que no tenía tanta migración externa, sino que desde los años sesenta exportaba personas a Estados Unidos. Ella reflexiona en su obra sobre esa compleja realidad para presentar esa información y experiencias a las personas de la Ciudad de México, como Los mojados”.

También hizo exposiciones en Tijuana, donde Martha Palau y Helen son parte fundamental en el desarrollo del arte instalación como un lenguaje que recurre a las urgencias sociales como punto de partida para crear, y en el que no solamente utiliza la fisicalidad del espacio, sino el axis del tiempo social, aseveró la especialista.

Sanromán añadió que Escobedo tuvo un impacto fundamental en la escena cultural no solo por su obra, sino porque influyó en diversas generaciones de creadores: “Artistas del norte aprendieron muchas cosas de Helen, como Marcos Ramírez ‘Erre’, pero también Magali Lara, artista feminista de otra generación, quien comentó en una charla que, aunque no se identificaba con los feminismos, Helen podía fluir desde su posición de mujer en ese sistema cultural machista, con un empoderamiento de su sexualidad”.

La obra de Helen Escobedo forma parte de numerosas colecciones en México y el extranjero. Entre los reconocimientos que recibió destaca su nombramiento como miembro vitalicio de la Academia Real de Ciencia, Literatura y Bellas Artes de Bélgica en 1986. En 2009 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes y en 2010 fue nombrada ciudadana distinguida por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

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