Internacional

TRUMP VS HARVARD:  EXTRANJEROS EN EL LIMBO

Santiago Aguileta Ibarra                         

Agencia Reforma

Massachusetts, Estados Unidos 3 junio 2025.- Pasado el mediodía del viernes 22 de mayo, el ritmo del campus de la Universidad de Harvard se interrumpió. Era un día frío y de lluvia impertinente, impropia de un fin de primavera en Massachusetts. Mientras cruzaba Harvard Yard camino al trabajo, vibró mi celular. Era el chat de estudiantes internacionales: «¿Nos acaban de cancelar la visa? ¿Acabamos de perder el derecho a quedarnos en el país?» Luego vi la noticia. La Administración Trump había revocado la certificación de nuestra universidad para participar en el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVP, en inglés).

 Trabajaba esa tarde en la oficina de la Harvard Alumni Association, ayudando a los preparativos para la ceremonia de graduación. Cuando llegué, todos estaban leyendo la noticia. Una compañera estadounidense confundida me preguntó: «¿Ya viste la noticia? ¿Qué significa?». «Significa que hemos perdido nuestro estatus legal en el país», le respondí. Me abrazó. Luego, justo con otros estudiantes internacionales en el trabajo empezamos a discutir sobre lo que pasaría. Alguien dijo: «Ya no podemos salir del país, si lo hacemos no nos dejarán volver». Otro más respondió: «Eso no es lo peor, ahora que perdimos nuestro estatus legal, el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) tiene el derecho a detenernos y sacarnos de la nación».

 El miedo no surgió de la nada. Desde que la Administración Trump comenzó sus ataques contra estudiantes internacionales alrededor del país en marzo, el miedo había pasado de ser un rumor a convertirse en rutina. Algunos estudiantes en diversas universidades habían perdido su estatus migratorio por participar en las protestas por la guerra en Gaza. Otros habían visto sus vistas canceladas sin explicación. En abril, una estudiante turca de Tufts fue detenida por un artículo pro-Palestina. Aun así, nadie imaginó un castigo colectivo de esta magnitud.

 En el chat de estudiantes internacionales alguien escribió: «Lo más probable es que Harvard contraataque en los tribunales, lo que nos dará unos días». Alguien contestó «lo único que nos queda es esperar». Durante el resto de la tarde en mi trabajo, lo único en lo que me pude concentrar fue en refrescar la bandeja de entrada de mi correo electrónico para ver si las autoridades de Harvard nos informaban lo que pasaría. Cuando salí del trabajo esa tarde junto con otros estudiantes internacionales caminamos juntos a nuestros dormitorios. Nos daba miedo andar solos por la calle y que nos pasara lo mismo que a la estudiante turca.

 La respuesta oficial de las autoridades de Harvard sólo llegó hasta el día siguiente, el sábado 23 de mayo, en un correo electrónico enviado por su presidente Alan Garber: Harvard había presentado un recurso judicial urgente en un tribunal federal contra la decisión de la Administración Trump prometiendo defender a sus estudiantes internacionales. Esa misma tarde, el tribunal federal en Boston dejó sin efecto de forma temporal la orden que cancelaba nuestras visas mientras el litigio continúa. Habían sido horas de ansiedad.

 Como estudiante de segundo grado de licenciatura en la Universidad de Harvard, hasta ahora yo no había querido hablar en contra de lo que sucedía por miedo a perder mi visa. Planeaba pasar el verano con mi familia en Ciudad de México. Hoy no sé si podré salir. Aprendí que la visa no es un derecho, sino un hilo delgado que se tensa con cada vaivén político.

 Durante este tiempo recibí mensajes de amigos y familiares en México que habían visto las noticias y querían saber si era real lo que estaba pasando. Yo y otros miles de estudiantes internacionales de Harvard sabemos que, aún hoy, el miedo es muy real. Harvard me enseñó que el conocimiento florece cuando las voces son diversas. Despojar a una universidad de sus estudiantes internacionales no sólo quiebra vidas, empobrece el diálogo que sostiene la democracia. Por eso levanto la voz, aunque sea un riesgo: defender nuestro lugar aquí es defender la libertad académica de todos.

 *Frida López Bravo es estudiante mexicana de segundo año de licenciatura de Gobierno y Matemáticas en la Universidad de Harvard.

Comparte

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *