TÍTERES EN CAMPAÑA
TÍTERES EN CAMPAÑA
Pedro Peñaloza
“En estos días sólo puede ser optimista un gran cínico”.
Milan Kundera
En el arranque de la farsa, fraguada desde Palacio Nacional, para la designación del candidato presidencial de Morena y evitar el rompimiento del partido, quedaron dos cosas claras: la primera, es el acarreo con dinero público que mueven los suspirantes con el inocultable apoyo de autoridades de distintos niveles de gobierno; la segunda, la exhibición del “nuevo” INE cobarde, timorato y titubeante ante los atropellos de la parafernalia morenista. Este comportamiento del árbitro electoral prefigura malas noticias para la contienda oficial de 2024. Ya tiene en un puño al Instituto Electoral, ahora se requiere doblar a la Suprema Corte de Justicia y a los jueces de cualquier manera, un poder que lo mantiene a raya en sus desplantes antidemocráticos.
Sí, era previsible que las corcholatas en campaña se convirtieran en un simple pelotón de aduladores del presidente, su principal misión es mostrarse adictos y fieles a la iglesia obradorista. Además, Mario Delgado, exégeta de los deseos del señor de Palacio, les prohibió realizar propuestas más allá de los catecismos oficiales pergeñados en la mañanera. Tampoco pueden debatir entre ellos. Nada de esas “desviaciones” democráticas. Justificando la supuesta “unidad” sacrifican su libertad para poder opinar y dar a conocer su perspectiva de la situación del país, ingrediente necesario para que la población los distinga. Todo sea por someterse al poder presidencial y obtener alguna migaja. La que sea.
En ese marco de represión y de certificados de buena conducta, Marcelo Ebrard, impulsado por alguna sensación de debilidad o aconsejado terriblemente, cometió un grave error político y devaluó su perfil como el menos subordinado a las órdenes de Palacio al proponer, en caso de ser ungido, la creación de una “Secretaría de la 4T” a cargo de uno de los hijos de AMLO. El mensaje era evidente: los proyectos y negocios de este sexenio quedarán protegidos por el vástago. Con ello, Ebrard pretendió ilusamente convencer al grupo más cercano al presidente. Evidentemente el hijo rechazó la propuesta, era burda. Sin olvidar que él ya ha mostrado simpatía por Claudia Sheinbaum como su candidata a la presidencia.
Con su lanzada, Marcelo se quita la máscara de presunto candidato “distinto” y se suma al carnaval de los sumisos, pierde credibilidad con los sectores que lo veían con buenos ojos, se convierte en un títere más de esta pantomima. En este primer acto de la comedia, se ratifica que Sheinbaum cuenta con los recursos y apoyos de los aparatos oficiales. Los demás son actores de reparto. Todos al ritmo del titiritero de Palacio.
@pedro_penaloz