SABOR A BOLERO: MANZANERO Y SU MÚSICA
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Agencia Reforma
Ciudad de México, 25 septiembre 2023.- Con autorización de Alberto Tovalín, editor del libro Armando Manzanero, publicamos un adelanto de la obra que rinde homenaje y celebra la trayectoria del compositor yucateco.
Enrique Martín Briceño
«Adoro la calle en que nos vimos, / la noche cuando nos conocimos». ¿Qué hablante del español no conoce estos versos y no los ha cantado o bailado? Desde aquella primavera de 1967, cuando vio la luz el disco A mi amor con mi amor, esta canción, las demás incluidas en ese álbum y muchas otras creadas antes o después por el compositor Armando Manzanero se han vuelto parte de la banda sonora de nuestras vidas. «Adoro», «Contigo aprendí», «Esta tarde vi llover», «Somos novios» y «No sé tú», entre muchísimas otras, han sido parte de nuestra educación sentimental y en buena medida han modelado nuestras maneras de vivir el amor y el desamor. Monsiváis dixit: Manzanero hace de cada canción «el paisaje donde la melodía compleja y las frases sencillas hacen inevitable el enamoramiento del amor. La pareja ríe, coteja emociones y suspira, el solitario y la solitaria se divierten, y el piano de Manzanero es la gran plataforma de lanzamiento hacia el recuerdo de lo todavía no vivido, hacia la metamorfosis de los sentimientos intransferibles».
Cantadas por él o por cualquiera de los cientos de intérpretes que las han grabado, las canciones de Manzanero han sido y siguen siendo escuchadas en todo el continente americano y en España, y varias de ellas han sido hits en otras lenguas («Somos novios», la más famosa). Por ello, en 2014 Manzanero se convirtió en el primer mexicano en recibir un Grammy honorífico -en la misma ceremonia en que se entregó idéntico reconocimiento a Los Beatles-. Su biografía figura tanto en el prestigioso The Grove Dictionary of American Music como en treinta y dos versiones de Wikipedia, y la búsqueda de su nombre en Google arroja un millón 320 mil resultados (frente a 860 mil de Agustín Lara, 237 mil de Consuelo Velázquez y 66 mil de Guty Cárdenas). Como intérprete, Manzanero tiene más de un millar de canciones en Spotify y más de un millón 117 mil oyentes mensuales en la misma plataforma, donde su canción «Nada personal» -a dúo con Lisset- tiene 54 millones 225 mil reproducciones, y sus versiones de «Adoro», «Contigo aprendí», «Mía», «Somos novios» -con Lolita- y «Nos hizo falta tiempo» -con Buika- superan los diez millones de reproducciones.
Armando Manzanero es, sin lugar a dudas, el más influyente de los compositores populares mexicanos de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. Como representante del bolero moderno o filin mexicano, al que dio en 1958 la deslumbrante «Voy a apagar la luz»; como figura clave en la transición del bolero a la balada con sus álbumes de fines de los años sesenta; como protagonista del renacimiento del bolero en la última década del siglo pasado y como creador de exitosas canciones románticas -boleros muchas de ellas- en la época del «Latin pop», Manzanero se hizo y mantuvo un lugar principal en la música popular en español gracias a que supo ser actual sin dejar de ser él mismo. Esto significa que, independientemente de las modas musicales, nunca abandonó su inicial vocación romántica y bolerística. Así, aunque medien cuarenta años entre «Voy a apagar la luz» y «Por debajo de la mesa», y aunque en la segunda el autor pueda ya decir «Y me muero por llevarte / al rincón de mi guarida», en ambas canciones se halla la misma perdurable motivación: el deseo erótico, y el mismo inconfundible «sabor a bolero» (la expresión es de Leonardo Acosta).
De acuerdo con Roberto López Moreno, nuestra canción está viviendo desde hace tiempo la era Manzanero y así, hablando de nuestra música romántica, nada de arbitrario tiene que se diga «antes de Manzanero o después de Manzanero», pues la suya es una marca que define el canto contemporáneo mexicano; esto lo saben muy bien los boleristas actuales, los que cantan el bolero y los que lo escuchan, los que lo tocan y los que lo bailan. El bolero de ahora y otras formas musicales que no son estrictamente bolero, pero que igual constituyen el canto cotidiano de nuestra gente, tienen un segundo nombre, el de Armando Manzanero.
Así pues, viviendo aún la era Manzanero -aunque el maestro nos haya dejado en 2020-, es justo y oportuno realizar una aproximación a la vida y el legado del personaje. Sus bien vividos 86 años, su vasta obra -medio millar de canciones por lo menos-, su amplia producción discográfica, su fructífera actividad como productor y director artístico -a la que se debió el clamoroso éxito de los Romances de Luis Miguel-, su comprometido liderazgo de los compositores mexicanos, su larga y deleitosa labor de promotor de la música mexicana en radio y televisión, entre otras facetas del artista, ofrecen tema para varios libros. Queden estos apuntes como una invitación a continuar la tarea.
Las raíces mayas
Nacido el 7 de diciembre de 1934 en Mérida, Yucatán, Manzanero fue criado hasta los seis o siete años por su abuela materna, Rita Chi, pues su padre, Santiago Manzanero, se resistía a sentar cabeza y su madre, Juanita Canché, tenía que trabajar para sostenerse. En una humilde casa con techo de láminas y piso de tierra, en el barrio meridano de Lourdes, Dito -así lo llamaba su abuela- pasó los años más felices de su infancia al lado de «el amor de mi vida»: su chichí Rita, «mestiza» -en Yucatán, indígena maya- que se ganaba la vida tejiendo palma de guano para hacer sombreros y solamente hablaba la lengua autóctona de la península yucateca.