Cultura

MAFALDA: SIN FECHA DE CADUCIDAD

Rinden homenaje a la tira cómica de Quino con una charla entre Benito Taibo y el editor Daniel Divinsky, quien publicó al personaje desde 1970

 

Guadalajara, Jalisco, a 26 de noviembre de 2023.- “Si a alguien le gusta la sopa, que por favor salga de la sala”, advirtió al público el escritor, periodista y promotor de la lectura Benito Taibo antes de comenzar la charla “Mafalda, la tira cómica que cambió al mundo”, organizada para celebrar los 60 años desde que Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, concibió al personaje para una campaña publicitaria en Argentina. La conversación la sostuvo con el editor Daniel Divinsky, quien publicó Mafalda desde 1970 en su editorial, Ediciones de la Flor.

Taibo comenzó leyendo la semblanza de Divinsky escrita por el propio editor, quien hizo un recuento de su trayectoria en primera persona, desde cuando aprendió a leer, a los seis años, hasta que conoció la linotipia, abrió una librería y después su casa editorial, donde llegó a publicar hasta 200 mil ejemplares de cada tomo de Mafalda.

“Nunca pensé que este alarde de inmodestia que me han pedido de la FIL, de un currículum resumido, iba a ser expuesto tan impúdicamente como lo decidió Benito. Es una cosa para manejarse en términos menos personales, suena a muy jactancioso, bastante pedante, muy argentino”, se disculpó Divinsky.  

Contó que conoció a Quino antes de editarlo cuando iba a comer a su casa, y se dio un trato amistoso que él no creyó que concluiría en una amistad que, incluso, pisó la cárcel y conoció el exilio en 1977, y aun así continuaron su relación editorial, lo que garantizó la subsistencia del negocio.

“Lo que él reflejó siempre fue un punto de vista filosófico. No es una historieta para niños. Como ustedes pueden comprobar, es una historieta con niños. Lo que hay es una especie de epigrama, hay pocos acontecimientos, un desarrollo que termina en un remate final que es una frase graciosa, pero al mismo tiempo, llena de contenido”.

Como lector y admirador, Taibo contó que un día, cuando era joven, estaba leyendo Mafalda en el baño. “Literalmente carcajeándome, y de repente sonó violentamente la puerta —llevaba yo mucho tiempo dentro del baño—, y era mi padre y oí su voz del otro lado diciendo, ‘¡Sal ya, coño, porque es obvio que no te estás masturbando! ¡Nadie se masturba riéndose!’”.

Mafalda nació en 1963 como personaje de una campaña publicitaria para la empresa de electrodomésticos Siam Di Tella. Era una tira cómica de una familia conformada por padre, madre e hijo y donde aparecía en algunas ocasiones una hija de nombre Mafalda, que al principio se parecía a Periquita, si bien Quino desconocía a ese personaje, afirmó Divinsky. La campaña no se publicó, pero posteriormente le pidieron las tiras para publicarlas en un periódico y después se recopilaron en un libro, y todo se convirtió en un fenómeno donde se dividieron los derechos para la publicación en Argentina, México y España. Son más de 30 idiomas en los que se ha publicado. La excepción al principio fue publicarla originalmente en inglés, contó el editor.

“Hasta que apareció un tipo en mi oficina en Buenos Aires diciéndome ‘yo soy el gerente de la editorial de libros de Escolastic, libros educativos para niños, yo me crié en Buenos Aires, sé lo que es Mafalda, voy a conseguir que en Estados Unidos Escolastic publique a Mafalda en inglés”.

Pasaron los meses y el gerente fue trasladado de Nueva York a Londres, y después le envió la reproducción de una carta donde el jefe del departamento de comercialización le respondió a su solicitud de publicación. “Mafalda es demasiado sofisticada para los niños norteamericanos”.

Taibo advirtió que si un lector abre cualquiera de los tomos de Mafalda en alguna de sus páginas, puede descubrir una indubitable verdad: “La imbecilidad humana no tiene fecha de caducidad. Mafalda, frente al globo terráqueo, poniéndole una curita a la Franja de Gaza, ¿les suena a algo?”.

 

Así, Divinsky lamentó, lo mismo que Quino, que décadas después de haber creado a su personaje, el caricaturista veía con mucha decepción que sus tiras aún tuvieran vigencia, siendo que habían sido dibujadas mucho tiempo atrás. “Quiere decir que no sirven para nada, que no cambió nada, que todo sigue igual. Si siguen causando esa especie de gracia reflexiva es porque no sirvieron para nada, era profundamente pesimista”.

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