GUADALUPE LOAEZA: DE NOSTALGIA, ADULTERIO Y PRIMICIA
Israel Sánchez
Agencia Reforma
Ciudad de México 17 mayo 2024.- Sentada en una banquita ornamentada con bordados en punto de cruz, la niña Guadalupe Loaeza disfrutaba las pláticas de su madre con sus amigas por teléfono.
«De repente yo la escuchaba: ‘No, cállate, ¡que le pusieron los cuernos a este idiota!’. Y yo decía: ‘¿Como en Ponle la cola al burro?'», rememora, divertida, la hoy escritora.
«Yo la escuchaba hablar de toda esa burguesía, de todos los chismes sociales; que si era de la mano izquierda, que si tenía la casa chica. Era muy divertido. Yo creo que yo escribo gracias a las crónicas de mi mamá», consideró Loaeza la noche de este jueves al presentar su más reciente novela, La amante de Río Nilo (Planeta), en un encuentro con suscriptores de REFORMA.
Realizado con una década de investigación a cuestas, este libro de corte biográfico aborda la historia de Suzanne Avramow, judía sefardí que llegó en 1941 a México, donde fue víctima de un montaje orquestado por su acaudalado marido y que incluso la llevó a la cárcel de Lecumberri.
Se trató de una revancha ante el adulterio de Avramow, que es el leitmotiv de la novela de Loaeza, como ella misma lo apuntó; «el escándalo que provocó el adulterio más famoso de la sociedad mexicana en los 50», dijo ante el público asistente.
La columnista y también autora de Las niñas bien, Las yeguas finas y Compro, luego existo compartió que el adulterio es algo que siempre había llamado su atención, siendo su heroína Madame Bovary, el icónico personaje concebido por Gustave Flaubert que se rebela contra el aburrimiento atroz de un matrimonio que no la llena.
«Un capítulo de Madame Bovary inicia con J’ai un amant (tengo un amante)», refirió la autora, quien así mismo lo replicaría con la protagonista de su libro.
«Así dice ‘Suzi’: ‘Tengo un amante. Es decir, soy libre, estoy empoderada, elegí mi destino, tomé mi destino entre mis manos. Tengo un amante’. Y tiene ganas de gritárselo a los cuatro vientos a todo el mundo».
La propia Loaeza contó haber conocido a Avramow cuando la escritora trabajaba organizando desfiles de moda y la judía sefardí, que luego de la tragedia pasó de estar en las páginas de sociales a la nota roja, estaba en su lista de invitados VIP. Tras escuchar la historia de su vida, se sintió en deuda con ella y con ganas de reivindicarla.
«Sí la reivindiqué», afirmaría a este diario, al término de la charla, la autora de un título que ya va en su tercera edición.
«Finalmente, es una novela feminista, es una novela que habla de un México que ya no existe, muy nostálgica, pero sobre todo una novela de ponerse en los zapatos de la protagonista, tener un sentido empático», continuó, segura de que Avramow fue víctima de sus circunstancias.
De Shakespeare a Tolstói, y repetidamente en la Biblia, Loaeza leyó algunos pasajes respecto al adulterio que fueron surgiendo durante su investigación, misma que la llevó a una aciaga verdad:
«Siempre, no importa en qué época, qué autor, qué momento, siempre es la adúltera, siempre es ella la que acaba en la cárcel, la que acaba con la cabeza cortada, la que acaba linchada. Siempre, en cualquier época, es la mujer la que paga los trastes rotos, la que paga el pato», lamentó.
«Afortunadamente, hemos conquistado ya muchos derechos», prosiguió.
De parte de quienes arribaron para escucharla, hubo lo mismo felicitaciones por su obra y por sus descripciones de ese México del alemanismo que varias risas ante comentarios ácidos, como que las palmeras sobre Paseo de la Reforma se parecen a la silueta de Claudia Sheinbaum con coleta.
Un hombre le preguntó sobre las fuentes consultadas, a lo que Loaeza contestó que la revista Social así como varios diarios de la época; «todo lo de ‘Suzi’ salía en la nota roja, eran unas crónicas maravillosas, y no las pude reproducir todas por falta de espacio», expuso la autora, asidua visitante del Archivo General de la Nación (AGN) -ubicado en lo que antes fuera Lecumberri- durante esta labor.
También les anunciaría que ya tiene el principio de su siguiente libro, la tercera entrega de la trilogía iniciada con Las yeguas finas, que tendrá por título Lágrimas negras. Aunque por el momento, precisó, su atención está puesta en la vida política del País de cara a las próximas elecciones.
«Hay que estar muy atentos, hay que leer para formarse un criterio para analizar qué nos está pasando, cómo vamos ir a votar con conocimiento de causa. Es nuestro País, el único que tenemos, nuestra casa, el País de nuestros hijos, de nuestros nietos. ¿Por qué no podemos salir a la calle?; (…) el País está destruido, completamente».
Al final, mientras una larga fila de lectores aguardaba por una firma o una selfie con ella, la escritora celebró la oportunidad de encontrarse con quienes suelen estar del otro lado de la página.
«Lo que sentí es ese reencuentro de mis lectores, lectores anónimos, no sé cómo se llaman, pero son los más importantes.
«Yo no escribo para mis amigos, y menos para mis enemigos», continuó. «Entonces, sí sentí una bienvenida muy cálida».