GANA LA APATÍA A CHICOS; CULPAN A REDES
Sergio Jaziz Becerra Pecina
Agencia Reforma
Monterrey, NL 27agosto 2024.- La estudiante Isabella Pires, de 14 años, notó por primera vez lo que ella llama «pandemia de apatía gradual» en el equivalente al segundo año de secundaria.
Sólo un puñado de sus compañeros de clase se inscribieron, y menos se presentaron, para realizar proyectos de servicio comunitario que ella ayudó a organizar en su escuela de Massachusetts, en Estados Unidos.
Cuando llegó al tercer año, descubrió que el problema era peor: la Spirit Week, semana de actividades estudiantiles que fomenta el sentimiento de grupo y el orgullo de pertenecer al plantel, resultó bastante mediocre.
«Es como si a los estudiantes simplemente les importara menos y menos lo que la gente piensa, pero también les importara más de alguna forma», dijo la adolescente.
A algunos chicos de su edad ya no les preocupa parecer desinteresados, indicó, mientras que otros callan por miedo al bullying. Ella culpa a las redes sociales y al aislamiento persistente de la era posterior a la pandemia de Covid-19.
Los maestros dicen que sus lecciones ya no son suficientes para mantener el interés de los estudiantes en una era de problemas de salud emocional, periodos de atención más cortos, desinterés y bajo rendimiento académico.
¿En el centro de estos desafíos? La adicción al celular. Ahora, los adultos prueban nuevas estrategias para revertir el malestar. Las prohibiciones de celulares ganan terreno, pero no son suficientes.
Apuestan por una estimulación alternativa: dirigir a los estudiantes al aire libre o actividades extracurriculares para llenar el tiempo que de otro modo pasarían solos en línea.
Y los estudiantes necesitan la oportunidad para hablar sobre temas tabú sin miedo a ser «cancelados» o «funados» -término que se aplica al silenciar, reprochar o silenciar en redes sociales a figuras públicas por sus acciones, opiniones o discursos ofensivos.
«Para que los estudiantes se involucren ahora, hay que ser muy, muy creativo», dijo Wilbur Higgins, profesor de inglés en la secundaria Dartmouth, donde Isabella estudiará la preparatoria.
BAJO LLAVE
Las bolsas, casilleros y contenedores para teléfonos celulares han ganado popularidad en Estados Unidos para ayudar a hacer cumplir las prohibiciones de utilizar dispositivos.
John Nguyen, profesor de Química en California, inventó un sistema de bolsas porque le angustiaba el acoso y las peleas por celular durante la clase.
Muchos profesores tienen miedo de enfrentarse a los alumnos que usan celular en clases, dijo Nguyen, y otros se han rendido y ya no detienen su uso.
En su escuela, los alumnos meten sus celulares en bolsas de neopreno. La llave magnética de un profesor o director abre las bolsas.
«No importa lo dinámica que sea la lección», dijo Nguyen, quien enseña en la escuela secundaria Marina Valley y vende las bolsas a otras escuelas. «No hay nada que pueda competir con el celular».
Algunas escuelas guardan también bajo llave los relojes inteligentes y los auriculares inalámbricos. Pero las bolsas no funcionan una vez que suena el timbre final.
Por eso, en Spokane, Washington, las escuelas aumentan las actividades extracurriculares para competir con los celulares fuera del horario escolar.
Una iniciativa que se lanzará este mes, llamada Engage IRL (Involúcrate en la vida real) busca brindar a cada estudiante algo que le resulte atractivo tras la rutina de la jornada escolar, ya sea un deporte, artes escénicas o un club.
DESINTERÉS
En un momento de alto ausentismo, también espera que las actividades sean el empujón adicional que algunos estudiantes necesitan para asistir a la escuela.
En una encuesta de Gallup realizada en noviembre pasado, sólo el 48 por ciento de los estudiantes de secundaria en Estados Unidos respondió que se sentía motivado para ir a la escuela, y sólo el 52 por ciento sentía que hacía algo interesante todos los días.
Para los estudiantes puede resultar motivador conectarse con la naturaleza, lejos de las pantallas, indicó Tim Pearson, profesor de educación física y salud. Sus alumnos en la escuela Dedham participaron en el desafío estatal «La vida sucede afuera».
Los profesores adaptaron sus lecciones para que se impartieran al aire libre. Los estudiantes se vincularon así unos con otros durante el recreo.
Los padres también deben hacer cambios en la cultura del celular de sus familias.
En casa, Aaron Taylor, profesor en Ohio, prohíbe los dispositivos cuando sus propios hijos reciben amigos en casa.
Y cuando los chicos están en la escuela, los padres no deberían distraerlos con mensajes de texto para saber cómo están a lo largo del día.
«Los estudiantes están muy apegados a sus familias», dijo Taylor, quien enseña en la secundaria Westerville North, cerca de Columbus. «Existe ansiedad de no poder contactarlos».
EN SILENCIO
Muchos chicos no estén dispuestos a participar en clase cuando cualquier cosa que digan puede difundirse por toda la escuela a través de mensajes.
Los alumnos de inglés en la secundaria de Taylor le explican que no hablan en clase porque no quieren ser «funados».
«Los chicos callan cuando se abordan temas de sexualidad, género o política en la literatura», dijo Higgins, profesor de inglés de Massachusetts.
«Hace ocho años, las manos se levantaban por todos lados. Hoy nadie quiere que lo etiqueten de una determinada manera, que lo ridiculicen o que lo señalen».
Alarmada por la falta de compromiso de sus compañeros, Isabella, la estudiante de Higgins, escribió un artículo de opinión en el periódico escolar en línea.
«Evitar que las generaciones futuras se sumen a este mismo ciclo descendente depende de nosotros», escribió. Un lector con su comentario en la publicación destacó el desafío: «En resumen, ¿por qué nos debería importar?».