ESTAMOS EN UNA RECESIÓN DE LA LIBERTAD. – IAN MCEWAN
Ricardo Israel Sánchez Becerra
Agencia Reforma
Ciudad de México 13 septiembre 2023.- El novelista británico Ian McEwan, de 75 años, se dice en contra de los actuales intentos de algunas personas para frenar los límites de la imaginación de las demás.
«Creo que se está desdibujando, está desapareciendo la libertad de expresión en muchos estados autocráticos», lamentó el escritor este miércoles en una conferencia virtual con medios organizada por el sello Anagrama con motivo de su última novela, Lecciones, que circulará en México en noviembre.
«Yo creo que estamos en una gran recesión de la libertad de expresión, y es doloroso ver esto en universidades, en los campus, en el debate público», añadió.
A decir del autor galardonado en 1998 con el prestigioso Booker Prize, incluso quienes viven en lo que aún se puede considerar sociedades relativamente libres tienen la imaginación parcialmente coartada «porque no queremos molestar a los demás», enunció, refiriendo además el marcado coercitivo rechazo hacia ciertas obras publicadas.
«Bueno, si no quieres leer, pues no leas, pero no impidas a otros hacerlo; hemos visto cómo se han retirado libros de las bibliotecas de las escuelas», apuntó, sin hablar de un caso en específico.
«La verdad, yo espero que el péndulo empiece a cambiar y a girar hacia el otro lado, y que encontremos un punto de normalidad y de decencia al respecto», instó McEwan. «Porque no puedes frenar o controlar la imaginación de otras personas. Yo creo que tendríamos que tener una sociedad libre y abierta; tú puedes opinar en contra de un libro, pero no puedes limitarlo».
En Lecciones, su novela más larga hasta ahora y que pudo escribir en una completa inmersión gracias al confinamiento por la pandemia de Covid-19, el autor británico aborda cómo algunos grandes acontecimientos de la historia influyen y marcan la vida de las personas.
Algo que surgió de una visión general de todas las crisis políticas e hitos globales que habían tenido algún impacto en la propia vida del autor, empezando por la crisis del Canal de Suez y de ahí a la caída del Muro de Berlín, la pandemia por SARS-CoV-2 y hasta el asalto al Capitolio de los Estados Unidos en 2021.
Al dotar al personaje principal, Roland Baines, de conexiones con él mismo y con la vida de sus padres, McEwan terminó por concebir una suerte de memorias en clave de novela.
Éste era el único formato en el que podía desplegar todo el abanico emocional en torno a aspectos como aquel hermano del que no supo nada hasta que tuvo 52 años, producto de una aventura amorosa durante la Segunda Guerra Mundial y al que sus padres habían regalado a través de un anuncio en el periódico.
«Eso es lo que más me interesa, eso es lo clave: cómo esos Acontecimientos, con mayúsculas, tienen la capacidad de penetrar, de entrar en nuestras vidas personales al nivel más íntimo; y cómo no sólo es una cuestión de soldados y de la gente que se queda atrás preocupándose por ellos. Sino también los niños, las niñas, los hijos que tienen unas vidas conformadas o rotas directamente por esos acontecimientos.
«La guerra es una máquina brutal para entrar también en muchas vidas privadas», remarcó el británico. «La novela, y se dice a menudo, es una de las maquinarias más bellas que hemos inventado para investigar la vida privada y la relación de la vida privada para con la sociedad en el sentido más amplio».
Pese a esos destellos autobiográficos, McEwan dio al personaje de Baines un rumbo completamente distinto al suyo; «supongo que, en cierto modo, podría decir que Roland Baines es el tipo de persona que yo podría haber sido si no hubiera descubierto la escritura, si hubiera abandonado la escuela a los 16», compartió.
«Cuando tenía 18 años, yo no quería un trabajo, no quería un empleo, al menos no un empleo formal. No quería trabajar en una oficina», prosiguió. «Así que, como Roland, seguramente hubiera acabado tocando piano en un bar o algo parecido, o igual hubiera intentado, no sé, escribir poesía o trabajar como albañil, o como profesor de tenis para gente mayor».
Tal aprecio por la libertad es algo que, curiosamente, surgió en la infancia del autor durante su estancia de 10 días en una base militar, a donde había sido llevado con sus compañeros de la escuela como medida de protección al detonarse el conflicto por el Canal de Suez, y con quienes pasó el tiempo escalando tanques, jugando a ser militares y siendo paseados en motocicleta.
«Eso me permitió saborear la libertad de una manera que nunca me abandonó. Nunca me sentí tan libre y tan feliz como en esa época, por ejemplo, escalando. Yo creo que eso conformó mi carácter y esa decisión de no querer nunca un empleo formal, como decía antes.
«La crisis de Suez fue un elemento muy poderoso que creo que me empujó a ser escritor, porque sólo me podía imaginar libre como escritor. Y hasta hoy me siento muy privilegiado de haber podido gozar de 53 años como escritor, y sigo teniendo esa sensación de que es la vida más libre que podía haber tenido, que podía haber vivido», subrayó, admitiendo también que le sonroja ahora recordarse hijo de alguien que vio la muerte en una escala inimaginable.
La reflexión sobre el papel preponderante del azar en nuestras vidas; la necesidad de no negarse a abordar el deseo, pero plantearlo no desde la dominación sino como una experiencia mutua, y hasta aquello de lo que en el futuro podrán condenar a quienes habitan el mundo ahora, fueron otros de los temas sobre los que disertó el británico.
«La historia, aunque no leas periódicos, aunque no sigas los acontecimientos públicos diarios, digamos que marca tu sentimiento de optimismo o de pesimismo. Y hay elementos útiles sobre cómo marcha o cómo avanza la cultura respecto al futuro. Sería, por ejemplo, que la gente se pregunte: ‘¿Mis hijos y mis nietos van a tener una vida mejor que la mía?’.
«Y me entristece decir, lamento decir, que no puedo, desgraciadamente, dar una respuesta optimista. Creo que básicamente el tema del cambio climático será no sólo una cuestión material brutal sino algo metafísico también para todos nosotros», consideró. «Si no puedes estar seguro sobre la naturaleza de tu futuro, creo que entonces tienes un sentido profundo de un universo moralmente alterado y transfigurado».