Cultura

EN AUMENTO, LOS CASOS DE DIABETES DESDE EDADES MÁS TEMPRANAS

  • Tasa de mortalidad y carga de la enfermedad están a la alza
  • Las proyecciones, en los ámbitos nacional e internacional, son un llamado de alerta para la toma urgente de acciones, advierte Marcela Agudelo Botero, de la Facultad de Medicina

Rafael Paz    

Según cifras difundidas por el Instituto Nacional de Salud Pública, se estima que el 10.5 % de la población mundial (536 millones de personas) vive con diabetes y se proyecta que ésta se incremente a 12.2 % (783 millones) en 2045. Este aumento, añadió el organismo gubernamental (https://www.insp.mx/avisos/prevalencia-de-prediabetes-y-diabetes-en-mexico-ensanut-2022), ya se experimenta en México: en 2018 su prevalencia en individuos con 20 años o más fue de 16.8 %, y para 2022 aumentó a 18.3 %.

Por otro lado, la Organización Panamericana de la Salud (https://www.paho.org/es/temas/diabetes) calcula “que 62 millones de personas en el continente americano viven con diabetes mellitus tipo 2 (DT2). Este número se ha triplicado en la región desde 1980, y se estima que alcanzará la cifra de 109 millones para 2040, según el Atlas de la diabetes (novena edición). Dicha prevalencia ha ido a la alza más rápidamente en los países de ingresos bajos y medianos que en los de ingresos altos”.

Estas proyecciones, en los ámbitos nacional e internacional, son un llamado de alerta para la toma urgente de acciones, apuntó Marcela Agudelo Botero, profesora de la Facultad de Medicina, adscrita al Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud (CIPPS), ya que cada vez un mayor número de jóvenes inician con DT2 desde edades más tempranas, en parte, debido principalmente a la exposición de diversos factores de riesgo, entre ellos el sobrepeso y la obesidad, por antecedentes familiares de diabetes o por la inactividad física, entre otros.

“Cuando hablamos de la DT2, por lo general, tenemos la idea de que ésta es una enfermedad que afecta principalmente –y casi de forma exclusiva– a las personas adultas de edad media o adultos mayores. No obstante, lo que se ha registrado, tanto en el mundo como en México, es que ha habido un incremento de la tasa de mortalidad y la carga de la enfermedad en individuos menores de 40 años de edad”, argumentó la universitaria.

Agregó que “ha habido un aumento en la incidencia y prevalencia de DT2 en jóvenes, por lo que es fundamental poner el foco atención en este grupo poblacional. Es indispensable llevar a cabo más investigaciones, de distintos tipos, que permitan entender mejor la epidemiología, el desarrollo clínico y los factores de asociados con esta enfermedad en las infancias, juventudes y personas adultas jóvenes. Es muy posible que, en estas etapas de la vida, la DT2 esté subdiagnosticada, motivo por el cual hay que impulsar una búsqueda activa de individuos en riesgo”.

Este subdiagnóstico, al que hace referencia Agudelo Botero, es un problema que han detectado otras instituciones, como el Consejo Mexicano de Medicina Interna, que en declaraciones a la revista Forbes señaló que “alrededor del 31.7 % de las personas con diabetes desconocen su diagnóstico; de ellas, el 65.6 % son menores de 40 años”.

Costos

“Sabemos que enfermedades como la DT2 tienen una relación importante con las condiciones socioeconómicas, con el acceso a los servicios de salud y con las condiciones generales de vida. Esta enfermedad deviene de la conjunción de diferentes factores de riesgo: genéticos, sociales, ambientales, de nutrición, entre otros. Todos son importantes y tienen una relación directa con este tipo de padecimientos”, señaló la académica.

Recalcó que “con base en datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018-2019, se encontró que la multimorbilidad cardiometabólica (presencia de dos o más enfermedades) en personas de 20 años afectó al 27.6 % de la población estudiada”.

Agregó que “en el grupo de edad de 20 a 39 años, la prevalencia obtenida fue del 12.5 %; aunque es más baja que la general, esto indica que un número importante de personas viven con distintos males (como la DT2, la hipertensión y la obesidad), lo que tendrá serias repercusiones en su calidad de vida, supervivencia y vida productiva”.

Sólo la obesidad, por ejemplo, tiene un impacto significativo en la vida de un adolescente o adulto joven. Según datos del estudio “Investment case for the prevention and reduction of childhood and adolescent overweight and obesity in Mexico” (realizado por la UNICEF y el Research Triangle Institute), atender el problema de la obesidad infantil en México tendría un costo de 30 mil millones de dólares al año.

Asimismo, la investigación recalcó que “los niños y adolescentes afectados por sobrepeso y obesidad en promedio tienden a faltar más días a la escuela y, mientras están en la escuela, tienen un mayor riesgo de presentar problemas de conducta. En la edad adulta, los afectados por sobrepeso y obesidad pierden más días de trabajo (ausentismo) y, en promedio, son menos capaces de trabajar a plena capacidad mientras se encuentran en el trabajo debido a enfermedades atribuibles a la obesidad (presentismo)”.

Al respecto, Marcela Agudelo Botero comentó que “hablar de la DT2 en edades tempranas nos remite a pensar en los costos, no sólo los económicos, sino también en los años de vida que se pierden por esta causa, además de la enorme carga individual, familiar y social que esto conlleva. Hay una disrupción en la trayectoria de vida de los individuos y las familias. En un reciente análisis del ‘Estudio de la Carga Global de la Enfermedad’ (GBD, por sus siglas en inglés), se reportó que la DT2 en menores de 40 años ha tenido un aumento significativo entre 1990 y 2019, tanto en número de muertes (tuvo una alza del 45.3 %) como en los años de vida saludables perdidos (se incrementó 31.3%), los cuales podemos entender como la suma de los años que se dejan de vivir por muerte prematura y los años de vida perdidos por discapacidad” (https://link.springer.com/article/10.1007/s40200-023-01299-x).

Acciones

“En el caso de las infancias y las juventudes, lo más prevalente es la diabetes tipo uno (DT1); sin embargo, en el caso de la DT2 en estas personas, los signos y síntomas pueden variar entre ellas. Por tal motivo, es importante identificar los factores de riesgo presentes (ya sean hereditarios o sobrepeso y obesidad, por ejemplo), se acuda con un profesional médico para que se indique el tratamiento más adecuado a seguir, puesto que dichos factores conllevan al desarrollo de este y otros padecimientos crónicos de manera acelerada”, alertó la especialista.

“Los servicios de salud tienen que diseñar estrategias y acciones dirigidas a atender las necesidades de esta población. No se puede generalizar el perfil clínico de los jóvenes con DT2, porque también hay que considerar que la infancia y la adolescencia son etapas de la vida en las que se experimentan muchos cambios físicos y de hábitos de vida”, sugirió.

“Algunos adolescentes, por ejemplo, empiezan a fumar o a tomar bebidas alcohólicas en edades cada vez más tempranas; entonces todos estos factores de riesgo van a interactuar junto con los aspectos sociales, económicos y ambientales”, agregó.

“Todo eso tiene que ser valorado para poder llegar a un diagnóstico oportuno, y así evitar que se presente la enfermedad, la progresión y las complicaciones que derivan de ella. Las políticas públicas tienen que ser integrales, en las que confluyan distintos sectores: salud, economía, educación y medio ambiente, entre otros. Todos tienen una corresponsabilidad que debe quedar manifiesta en esas políticas públicas”, finalizó.

FUENTE: UNAM

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