ELENA GARRO UNA VOZ QUE RENOVÓ LA LITERATURA
- Sus textos -teatro, narrativa, ensayo, guion y poesía- atraviesan la historia de México y sus héroes revolucionarios, así como la compleja realidad de las mujeres, los obreros, campesinos e indígenas
Autoridades de Cultura de México recuerdan, a 25 años de su fallecimiento, este 22 de agosto, a la autora de Los recuerdos del porvenir, Elena Garro (1916-1998), una voz que renovó la literatura y se atrevió a contar de otra manera.
Si bien una mujer de claroscuros, la autora de Testimonios sobre Mariana (1981) fue una escritora cuya imaginación desbordada y lirismo renovador creó, en palabras de Elena Poniatowska, “un género propio dentro de la literatura mexicana”.
Con cerca de una treintena de obras, entre teatro, narrativa, ensayo, guion y poesía aún inédita, sus textos atraviesan la historia de México y sus héroes revolucionarios, como la obra Felipe Ángeles (1967), la difícil realidad de los obreros, campesinos e indígenas, como en los relatos reunidos en Semana de colores (1964), así como la compleja realidad de las mujeres en una sociedad opresiva, como en Inés (1995), explicó en entrevista la catedrática del Colegio de México, Luz Helena Gutiérrez de Velasco.
“Elena Garro es indudablemente una figura que representa una renovación y un atrevimiento en la literatura mexicana, por el hecho de tomar viejas estructuras compositivas y temáticas para hacer modificaciones e introducir su propia fuerza”, destacó la también integrante del prestigiado Taller de Teoría y Crítica Literaria Diana Morán, que en 2006 publicó el libro Elena Garro: recuerdo y porvenir de una escritura, el cual ha contribuido a la revalorización y estudio de la autora nacida en Puebla.
“Fue una mujer lectora, estudiosa, que aprovechó las estrategias que encontró en otros textos y los trajo a la construcción de sus obras; es decir, ella no se quedó con el sistema literario usual de aquellos años y propuso nuevas maneras de narrar, de hacer teatro, de abordar temas complejos, todo pasado por el cernidor de un lirismo muy importante”.
Explicó que desde el Taller Diana Morán, el interés por estudiar a esta autora no solo nació desde lo académico, sino “desde lo emotivo y familiar, puesto que una de nosotras fue sobrina de Elena Garro. También queríamos completar toda esa imagen que ya se tenía de ella y evitar que se volviera una escritora estereotipada.
“Era importante hablar de aquello que no se conocía, por ejemplo, lo que trabajó sobre algunas figuras revolucionarias que aparecen en seis ensayos recuperados del olvido. Gloria Prado (integrante del Taller) habla de estos textos, donde encontramos a personajes importantes, como Felipe Ángeles, cuyo nombre estuvo a punto de olvidarse. Elena Garro se metió a los archivos de la Secretaría de Guerra, anduvo buscando información sobre este enorme héroe de la Revolución y lo rescata con su obra de teatro”.
También han trabajado para recuperar los aportes que hizo al cine, pues escribió algunos guiones como El niño de la bola (1942) y varias de sus historias fueron llevadas a la pantalla grande, dirigidas por Archibaldo Burns, Sergio Véjar, Arturo Ripstein, Salomón Laiter o Pilar Pellicer.
La investigadora subrayó la importancia de ir más allá de lo que se cuenta de ella, y descubrirla desde la lectura para no convertirla en una escritora impenetrable. Animó al público a tomar los libros de esta autora, como la novela Los recuerdos del porvenir, donde se introducirán por un viaje a través de México durante la Guerra Cristera.
Creadora de instantes geométricos
Por su parte, Pilar Morales, catedrática de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), dijo que Elena Garro no solo es importante para México, sino para Latinoamérica: “Solo recordemos que empieza a publicar en la década de los cincuenta, una época influenciada por grandes presencias masculinas, como la de Octavio Paz.
“Garro y Carlos Fuentes, otro grande de la narrativa mexicana, publican textos que tienen mucho parecido, donde están presentes los debates y posturas encontradas entre quienes pugnaban por el universalismo mexicano y quienes se aferraban a las ideas nacionalistas. Me refiero a La culpa es de los tlaxcaltecas (publicado en Semana de colores), que, junto con Chac mool (1954) de Fuentes, se insertan en estos diálogos y exponen elementos similares, como el pasado indígena, el viaje en el tiempo y la reflexión sobre qué es ser mexicano en un contexto ambiguo.
“En ese mismo periodo publicó Un hogar solido (1957), una obra teatral de las más experimentales de su época, e incluida en la primera edición de la Antología de literatura fantástica, publicada por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Esto nos dice que fue una autora leída y valorada no solo por grandes escritores, sino por lectores del continente, quienes, además, estaban formando un canon”.
Para la también integrante del Diana Morán, uno de los primeros elementos que llaman la atención de su obra es el tiempo fuera de lo lineal que hace posible lo simultáneo, por ello en sus historias pueden aparecer guerreros teotihuacanos y una reencarnación de la Malinche en épocas que no les corresponden históricamente, y hace que esas presencias no se sientan anómalas.
“Este aspecto, en términos de la renovación de la literatura mexicana, siempre se le ha atribuido a Juan Rulfo, pero, si pensamos que, de acuerdo con los datos de la escritora, Los recuerdos del porvenir fue escrita en 1953 (aunque publicada más tarde), podríamos decir que ella fue una renovadora, y esta reflexión sobre el tiempo la llama ‘instantes geométricos’, el cual permite tiempos simultáneos, como si se dibujara un círculo”.
Mencionó que esto sucede en varias de sus narraciones, como en El árbol, que también es una puesta escénica, en la cual cuenta cómo una mujer indígena busca, contra todas las cosas, volver a vivir un instante que la hizo feliz. Además, fue una técnica que también resolvió en el teatro, por ejemplo, en Un hogar sólido, donde coloca a todos sus personajes en un espacio subterráneo, en unas tumbas, desde las cuales escuchan todo lo que pasa arriba, en el plano de los vivos, y hace que esas dos realidades, así como diversos tiempos, se toquen.
Agregó que un buen texto para iniciarse en su obra es La culpa es de los tlaxcaltecas: “Es una reelaboración del mito de la Malinche, el cual ha sorprendido, incluso, a matemáticos y físicos”.