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‘CLAUDIA NO ES LA MALINCHE’

Jorge Ricardo Nicolás                            

Agencia Reforma

Tlaxcala, México 12 mayo 2024.- Era el territorio de la Malinche y la plaza arbolada de la capital estaba abarrotada. Banderines, lonas, mantas y matracas flotando en la cansada tarde fresca en que el candidato a diputado federal por Morena Raymundo Vázquez Conchas comparaba a Claudia Sheinbaum con ese estereotipo de la mujer mexicana que traiciona.

 «¡Guerreras y guerreros, Tlaxcaltecas!», dijo en el templete levantado en una esquina: «Como la Malinche es símbolo de grandeza para nuestras tlaxcaltecas, así hoy lo es nuestra doctora Claudia Sheinbaum, ¡próxima presidenta de México para la nación!».

 Le respondió un coro de cuatro mil, cinco mil morenistas en pie de lucha: ¡Presidenta! ¡Presidenta! Aunque ese iba a ser el tercer mitin del día en que Sheinbaum, candidata de Morena, PT y PVEM para relevar al Presidente Andrés Manuel López Obrador, iba a decir –por si acaso así se hubiera entendido un día antes–, que ella no es una candidata que traiciona.

 Un día antes en Los Cabos había hecho una descripción de la obsesión de López Obrador, tres veces candidato presidencial en 12 años, decenas de amonestaciones por meterse al proceso electoral, por el poder.

 «Nosotros no vamos a llegar a la Presidencia, como lo hizo el Presidente, Andrés Manuel, por una ambición personal», dijo, y minutos después corrigió.

 «Si hay una cosa que se haya entendido de manera distinta, por supuesto que no es el caso. El Presidente llegó a transformar nuestra patria», agregó el viernes, sin que sus dos dichos fueran contradictorios.

 Ayer arrancó en Chalco, Estado de México, su gira dándole vueltas al tema. «Hemos vivido seis años de Gobierno del mejor Presidente que ha tenido nuestro País, Andrés Manuel López Obrador, un ejemplo de vida, un hombre que nunca se cansó , que nunca se venció», dijo.

 El jardín municipal de Chalco se parecía al de Tlaxcala. Hervidero de morenistas, petistas y seguidores del verde, sin embargo, en Chalco traían un código QR pegado en el pecho.

 «Para que sepan que de parte de quién vienen. Nosotros venimos de Coatzingo», dijo uno de los acarreados.

 De todos modos, cuando Sheinbaum hablaba, ya un tercio de la gente se había ido.

 En Texcoco, el sol mordía en el segundo mitin en el Estado de México. En la sede de la feria del caballo, el polvo subía por los zapatos hasta la boca. Los que no alcanzaron la sombra casi blanca de la carpa se arrimaron a las paredes, pero de todos modos cientos se fueron antes de que la candidata acabara su discurso.

 Los que se quedaron llevaban una playera de Morena o del PT o del Verde encima de la ropa a pesar de sudor y del polvo.

 Discurso triunfalista y monocorde: «Lo siento, lo vivo, lo he palpado en todo el País: vamos a arrasar», sostuvo. Voz constipada y condescendiente, como quien le habla a un jardín de niños.

 Sheinbaum siguió con sus halagos. La calumnia no mancha pero tizna a pesar de que el video se elimine: «Ha sido, es y siempre será un honor estar con Obrador», agregó.

 Alababa a López Obrador y el dirigente de Morena, Mario Delgado, y el aspirante a senador, Higinio Martínez, en el Estado de México, o el candidato a diputado federal en Tlaxcala, Vázquez Conchas, la alababan a ella.

 Y así, cada uno, como ella, se alababan a sí mismos: «Tuve el privilegio de que el Presidente me diera el bastón de mando».

 Era su primera visita en casi mes y medio de campaña a Tlaxcala, el cuarto padrón más chico, con 1 millón 43 mil 261 en la lista nominal.

 Por fin perdonaba el sol y soplaba un brillante aire fresco, la ex Jefa de Gobierno arrancaba su tercer discurso una hora tarde e insistía en reafirmar su cercanía con quien escribió las reglas de la sucesión en el partido.

 «Nos gobierna un hombre maravilloso», dijo Sheinbaum en el centro del terreno de la Malinche.

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