MUESTRAN COLECCIONES DIGITALES POTENCIAL DE CONSERVACIÓN DE PLANTAS EN MESOAMÉRICA
• Presentan expertos del Instituto de Biología análisis de colecciones en la revista New Phytologist
Los registros digitales de plantas en Mesoamérica tienen importantes lagunas en la caracterización de la diversidad de especies, lo cual indica el potencial que se tiene para mejorar e indagar cuáles se han extinguido y cuántas permanecen, revela un estudio elaborado por especialistas del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Santiago Ramírez Barahona, Ángela Cuervo Robayo y Susana Magallón Puebla lideraron el trabajo presentado en la revista New Phytologist, en el cual revisaron tres millones 578 mil 777 registros para 32 mil 522 especies de plantas vasculares en Mesoamérica, descargados del Sistema Global de Información sobre Biodiversidad (GBIF, por sus siglas en inglés).
Según los datos analizados, existe una caracterización incompleta de la diversidad de especies, registros de ocurrencia antiguos y una baja representación filogenética. Un tercio de la región mostró grandes lagunas para al menos una de estas dimensiones (puntos críticos), y menos del 15 por ciento tenía una cobertura de datos adecuada.
El trabajo surgió a raíz de una convocatoria emitida por dicho medio de comunicación para conocer el estado actual de las colecciones científicas utilizando la Lista Mundial de Plantas Vasculares del Real Jardín Botánico de Kew (WCVP, por sus siglas en inglés).
La información sirve para ver cuánto se ha perdido. El trabajo no permite saberlo porque para llegar a eso se necesita regresar al sitio donde fue colectado y buscar las plantas, si se encuentran implica que siguen, pero si se busca a fondo y el ecosistema está arrasado es posible decir que una especie, al menos en ese lugar, ya no está, comentó en entrevista Magallón Puebla.
Como ejemplo de lo anterior, Ramírez Barahona narró también en entrevista que recientemente formó parte de una salida de campo que pretendía buscar una planta que se colectó por última vez en 1852 en Veracruz, pero a partir de entonces no se tiene ningún registro y al hacer la exploración de la región notaron que cuenta con una deforestación importante; la especie no fue encontrada.
De los 4.2 millones de registros localizados en el GBIF, los especialistas depuraron la información a 32 mil 522 especies aceptadas, de las cuales al compararlo con el WCVP se marcó entre el 53.5 y el 15.8 por ciento de los nombres de las originales y los registros de ocurrencia como problemáticos según la nomenclatura, los criterios de valores atípicos geográficos o la información geográfica proporcionada.
Igualmente se conoció disminución en el número de especies aceptadas y registros de ocurrencia con metadatos utilizables en Mesoamérica; mientras que los patrones de riqueza de especies las documentadas mostraron una concentración importante en Costa Rica, estos presentaron fuertes disminuciones hacia Panamá en el sur y Nicaragua en el norte. Aunque también se identificaron regiones con alta riqueza documentada por todo el sureste y centro de México.
“Una cosa es lo que se tiene guardado en las gavetas o en la colección y otra es qué proporción de estos datos está disponible públicamente. Herramientas como la WCVP permiten que cualquier persona en el mundo pueda conocer qué datos se tienen en las colecciones y dónde están cada una de las especies de plantas”, detalló Ramírez Barahona.
Por ejemplo, aquí en el Instituto de Biología se ha realizado un gran esfuerzo para digitalizar la información y subirla en línea, por lo que hay amplio conocimiento disponible, pero concentrado en lugares como el centro de México, que es de lo mejor que tenemos; pero en regiones como Guerrero o el norte del país las colecciones son pequeñas o viejas.
En tanto, Cuervo Robayo precisó en entrevista que el conocimiento digital accesible sobre la biodiversidad tiene el potencial de hacer avanzar enormemente la investigación botánica y guiar los esfuerzos de conservación. Pero en aquellos casos en los que los registros se encuentran, pero no se han digitalizado o hace tiempo tampoco se colecta genera un vacío de conocimiento botánico en el país que es necesario revisar.
Luego del estudio publicado, ha sido posible para los investigadores proponer dónde están los huecos y dónde es necesario un esfuerzo renovado de estudio y de colecta en el campo, si se quiere actualizar la vigencia de las colecciones, señaló la posdoctorante del IB.
“Este trabajo es una forma de orientar esfuerzos de investigación y colecta no solo para México, sino para otros países de la región como Guatemala o El Salvador, donde se encontraron vacíos de conocimiento. La idea es dirigir los esfuerzos para saber dónde se debe hacer colecta o enfocar el apoyo a las colecciones científicas, ya sea para ir a campo o mejorar la digitalización”, reflexionó Cuervo Robayo.
En general, las deficiencias identificadas comprometen la calidad de los datos referentes a la distribución de las plantas en la actualidad, y obstaculizan la investigación espacial sobre filogenética y la dinámica de especies bajo perturbaciones antropogénicas, destacaron los expertos.
Fuente UNAM